
Hace un par de
semanas que venía leyendo el libro “Ricardo Lagos. Mi Vida. De la infancia a la
lucha contra la dictadura” y está re bueno. Mientras avanzaba me parecía
similar al GOG de Papinni y digo esto porque es gracioso ver la naturalidad con
la que cuenta que estuvo siempre presente en los momentos más importantes de nuestra historia.
Es como si tuviésemos un libro en imágenes de la historia de Chile, él sería una cosa así como Wally.
Me divierte pensar en que
existen realmente los “protagonistas de la historia” así como existieron los “Protagonistas
de la fama” que fue el primer reallity show de canal 13. Con esto no es que
quiera comparar a don Ricardo con Álvaro Ballero, aunque al decir esto no puedo
dejar de pensar en la frase “Yo amo a Ricardo Lagos”. Y es que es cierto. O
sea, ya no lo amo, pero lo amé en su momento, cuando todos creíamos en la Concerta,
en el “Chile, la alegría ya viene” y en su dedo maravilloso, que fue una
promesa en la que, al menos yo, creí por mucho tiempo, así como una hija cree
que el papá de verdad va a llevar por siempre consigo el portalápices de cono
de papel higiénico que le hicimos como regalo para su día.
Leer este libro es
como ver un paneo de los acontecimientos que cambiaron el rumbo de las cosas, a
través de los ojos de un sujeto privilegiado. Eso también es raro, porque yo
siempre pensé que don Ricardo era uno más de nosotros. Un hombre clase media,
esforzado e inteligente que llegó demasiado lejos por pura meritocracia y
entonces venía la fantasía de “si él pudo, por qué yo no”? Y para ser honesta,
no tengo idea de dónde pude haber sacado esta fantasía medio tontona de que en
la vida todo se puede y de que existen sujetos políticos que son como uno. No!
A través de los capítulos de infancia podemos ver a un hombre que en 1950 ya tenía 11 años y se encontraba en el seno de una familia que ya contaba con profesionales, con una tía (Fresia) que era profesora, que fue alcaldesa de La Granja constituyéndose como una de las primeras mujeres chilenas que ejerció cargos de elección popular!! Mientras que hoy, en 2014 todavía hay familias en las que la generación de una fue la “primera generación profesional” y con mucha suerte.

Leyendo este libro
uno puede darse cuenta de un montón de cosas: de procesos políticos, de
intenciones, de historia, de construcción de realidades, de constructos
valóricos, etc. Pero, al menos a mí, lo que me quedó tatuado a fuego es que
nunca voy a ser presidenta de la república y de que eso me venía desde la cuna,
que se convierte en educación y más tarde en posibilidades. Y eso es bueno ya
que teniendo claro lo que no seremos, podemos enfocarnos mejor en lo que todavía podríamos llegar a ser y a hacer. Por lo pronto, mi contingencia me lleva
a realizar este tipo de comentarios.
Por: Angela Barraza Risso (Facebook)
Angela Barraza con Ricardo Lagos en el lanzamiento del libro
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