Las redes sociales más populares tienen su hermana gemela en el mundo de la pornografía. La de Facebook se llama Fuckbook. La de Instagram se llama Pornostagram. Y Youtube, el popular canal para compartir videos tiene dos versiones eróticas: Porntube y Youporn.
La industria del porno no parece haberse quedado con los brazos cruzados mientras internet y las nuevas tecnologías despedazaban su viejo modelo de negocio. Siempre dispuesta a innovar, entendió muy rápido que si los compradores de sus revistas ahora navegan horas enteras en la red y abren cuentas en redes sociales, todo lo que debía hacer era buscarlos allá. Su fidelidad y sus gustos seguramente seguían intactos.
En un reportaje titulado Porno social: por qué la gente está compartiendo sus vidas sexuales por internet, la periodista Frances Perraudin, del periódico británico The Guardian, advierte que la línea entre las redes sociales y la pornografía ha comenzado a borrarse.
Se calcula que en Estados Unidos el 90% de los jóvenes entre 18 y 29 años usan las redes sociales. Y el 71% de los adultos conectados a internet usa Facebook. Cifras tan abultadas como estas llevaron a los emprendedores de la industria porno a pensar que la mezcla de erotismo y redes sociales no podía ser una mala idea. Además, muchos usuarios siempre han intentado colar imágenes sexuales explícitas en redes donde las políticas de manejo son más conservadoras y restrictivas.
No estaban equivocados. Porntube, por ejemplo, asegura que cada hora recibe en promedio 1,28 millones de visitas. Y Christian Thorn, un empresario de Barcelona que creó Pinsex, no tardó mucho tiempo en conquistar 50.000 usuarios y recibir unas 300.000 visitas diarias. Pinsex es un portal que permite compartir fotos y seguir a usuarios con gustos similares.
“Muchos usuarios están compartiendo porno amateur en Pinsex. Puede ser que no sea tan bello y producido como el que se ve en las revistas, pero es muy popular”, comentó Thorn a The Guardian.
Lo interesante detrás de este fenómeno es que la pornografía, que era vista como una actividad solitaria, se ha ido convirtiendo en un evento mucho más social. Sharif Mowlabocus, investigador de la Universidad Sussex, cree que las redes sociales están reviviendo una tendencia que ya existía en los años 20, 30 y 40 del siglo pasado, pero que se perdió con la aparición del video casero. Con las películas en VHS, los consumidores de porno abandonaron las salas de cine, donde al menos compartían en la oscuridad de las salas un mismo pasatiempo.
En las primeras décadas del siglo XX fueron populares los audios de personas teniendo sexo y que aglutinaban a grupos de amigos o conocidos en un mismo lugar para escucharlos.
Otro de los aspectos que las redes sociales cambiaron dentro de la industria del porno es que estarían “democratizando” un sector tradicionalmente machista y con unos estereotipos de belleza fijos. Así como en la política, nuevas voces han encontrado un medio de expresión. “Puedes encontrar diferentes producciones, diferentes estéticas, y diferentes políticas”, comentó a The Guardian, Susanna Paasonen, profesora de la Universidad de Turku, en Finlandia. Cuando Paasonen comenzó a estudiar la industria pornográfica existía un modelo dominante, pero ahora es tan diversa que es difícil definir tendencias.
Una de las barreras que varios de estos expertos anticipan para esta mezcla de pornografía y redes sociales son las políticas de privacidad. Si Facebook, Twitter y muchos otros portales han comenzado a perder seguidores por el temor de muchos usuarios a ver invadida su privacidad, no es difícil imaginar lo que esa palabra significa en el mundo del porno.
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