Estas
fiestas me parecen un poco empalagosas, lo confieso. Y sin ánimo de ofender a
nadie prefiero restarme de ir a visitar a medio mundo y elijo quedarme en casa
comiendo un plato liviano de arroz antes que gastar el sueldo que no tengo
en esos asados chabacanos que terminan con baile, tal como el que mis vecinos
han montado de lado a lado de la cuadra para festejar cada uno a su
respectiva mamá o, los más infames y mentirosos, a su suegra. A mi suegra
no la saludaría para el día de la madre porque me parece de una perversidad
digna de medicación psiquiátrica. A mi madre no la llamaré porque la
verdad es que quizá no se lo merece y listo, o porque prefiero ser consecuente
con el hecho de que no la llamo nunca y llamarla hoy sería como redundar en la
tensión familiar que nos aleja el resto del año. Más me parece una crueldad que
un gesto de humanidad. Dudo que hoy una llamada genere rayos de sol al
final de la postal, por el contrario, solo servirían para tapar con una gruesa
mano de pintura las marcas que el tiempo ha dejado en rayones de
insultos sobre las paredes mentales de la infancia.
Tuve
una niñez normal. Y decir eso es mucho, sobre todo viniendo de un tipo que creció
en dictadura, que pasó sus tardes de pendejo viendo la televisión como único
medio de propaganda cultural, y que leyó tardíamente a los rusos y a la escuela
de Frankfurt porque antes de eso aprendió de la vida a través del Icarito que
mi mamá me traía religiosamente los miércoles junto al periódico que escondía
la historia real, el mundo real. Es decir, me contó una historia que terminé
odiando y quizá suene un poco malagradecido, pero de la pura rabia que me da
ese detalle es que ya me basta para decir que no hay mucho qué celebrar el día
de hoy porque pienso en las cosas que ella no hizo bien o lisa y llanamente
hizo pésimo. Quizá celebraría si es que esta fiesta no fuera el maquillaje con
que la gente se perdona o se aguanta, por un día en el año (o dos si es que
sumamos la navidad), con parientes que los une un lazo fatal, pero para mí
no es más que eso, una impostación apestosa de un sentimiento inoculado a la
fuerza. Los afectos no se heredan, diría alguna vez mi madre, y ya está, con
eso me regaló la posibilidad de no escribirle hoy día. Nunca he sentido que el
parentesco sea un lazo afectivo. Pero hay quienes tratan de convertirlo en el
puente que en días como el de ayer, te revientan el presupuesto llevándote a
buscar en los cajones de descuentos de los supermercados algo con lo que
redimir la pesada culpa del contrato social parental venido a menos, el cual
termina transformándose en un cariño por decreto. Te juro que prefiero
gastar el tiempo en estas líneas antes que tener que mentir llevando bombones
que nada dicen de lo que realmente quiero decir a mi mamá en este día.
Por
Freud empecé a perdonarme a mí mismo. Lo leí como a los 20 años. Hice una
lectura tonta del psicoanálisis (en todo caso Freud no resiste mucho más que
eso, hay que decirlo) y luego me senté a reflexionar por una década. Empecé
primero por el asco psíquico de la revelación y luego pasé a lo de la
sexualidad y todas esas cosas que no sirvieron de mucho pero que me relajaron
igual. Al final pasé por el proceso de perdonarme y perdonar (no como un
evangélico, pero si como un agnóstico, que es lo mismo pero sin la dinámica del
trance de domingo) y terminé por sentir esa sentencia estúpida de que todo lo
malo que me ocurre en el presente es culpa de alguien más y pude al fin
comprender que ese alguien está metido en la nube oscura del pasado bajo el
disfraz multifacético de la represión y con el sensual aderezo de la negación
como corona. Y luego, casi sepultado todo rencor conmigo mismo, es que vino esa
satisfacción que dura un día, muy propia de la psicología cuando me dijeron que
(de alguna manera perversa) luego de quitar ese velo de incertidumbre
negación y vapor detrás del que se ocultaba la verdad de mi inconsciente,
todo se resumía en decir en simples palabras que la infelicidad del
mundo, no sólo la mía sino del universo entero, era producto de los
problemas con mi madre. Eureka! Pensé, que sencillo y cierto; que
deliciosamente malvado; que natural, te juro que si me lo hubieran dicho a
los 15 años probablemente habría llegado más tarde a casa o mentido con menos
culpa, pero da lo mismo, ya no lo hice, pero igual es un buen consuelo a estas
alturas eso de desplazar la culpa o la responsabilidad a un otro, así que
aprovecho de sentirme satisfecho y, de paso, dejo de saludarla en mayo y me
ahorro una luca en chocolates. Trato hecho Mr. Freud, usted gana y hasta
le perdono eso del complejo de Edipo y toda esa basura que en algún momento de
la existencia te hace quedar con la cabeza hecha un trapero al imaginarte a vos
mismo queriendo penetrar a tu vieja… (Freud culiao sádico).
Lo
concreto no es el hecho de saludar o no saludar a mi madre, sino el por qué
saludar. Me explico. Quizá mis pocas ganas de saludarla y celebrar estos días
sean también el resumen de la educación que me dio ella misma o, por
otra parte, sean una respuesta (represalia) a la forma en que lo hizo. En
cualquier caso no tiene sentido que hoy me vista de etiqueta y salga a levantar
en andas la figura materna con la única ambición de encajar por completo en el
paradigma del hijo amoroso. Además puedo decir que me parece estúpido festejar
a contrapelo una festividad que me parece del todo detestable, tal como me lo
parecen la navidad (¿no creo en dios, qué sentido tiene que arme arbolito?), el
día del niño o el día del padre (tengo hijos y créanme que jamás les exijo un
collar de fideos o una tarjeta Hallmark). Por esta razón es que en días como el
de ayer más pienso en la espantosa utilización política que le dan los alcaldes
con sus escenarios y su tormentosa y decadente fiesta de homenaje a las mamitas
que el resto del año les parecen incómodas y jugosas (hijos de puta, mejoren la
salud en los consultorios en lugar de poner una vez al año a Américo o Luchito
Jara) y pienso en que los mismos que cuelgan carteles del alumbrado público con
mensajes del tipo “Su Senador favorito les saluda en su día a todas las
mamitas” son los que en el congreso harían una hoguera para quemar a una cabra
que se embarace a los 16 años y harían lo posible por sacarla del sistema
educacional a cambio de mantener ese status quo que les ajusta como guante la
norma patriarcal de patrón de fundo que manda a la cabra chica a hacerse un
aborto antes que asumir que se pegó el guaguazo.
No
quiero dejar a mi mamá como las pelotas, pero tampoco quiero caer en la tontera
de gritar esas frases del tipo “madre hay una sola” o “todas las madres son
santas” porque no es cierto. Hay madres que matan a golpes, otras que te
obligan a estudiar algo que no te gusta, también las hay de aquellas que te
impiden pololear con alguien o están las que te gritan atrocidades durante la
adolescencia o te dan de correazos hasta deformarte las rodillas. He visto
amigos y amigas sufrir más de la cuenta por madres que ayer abrieron con
orgullo paquetes con regalos y descorcharon con triunfo botellas de vino. No
veo la necesidad ampulosa de armar una trinchera en que meter a todas las
madres porque está claro que la maternidad no es síntoma de beatitud en ningún
caso y por eso es que juzgo y aplaudo a la gente por sus actos y jamás porque
me lo diga una efeméride o la promoción machista del mall. Tampoco quiero tener
que saludar en este día a todas las mujeres que tienen hijos porque ese si
que es un gesto de un machismo escabroso. La fecundidad es algo que
me parece maravilloso, pero tampoco tengo la fantasía masturbatoria de ver a
las mujeres como tarros de cultivo. Me parece fantástico que alguien le haga un
almuerzo a su mamá, de igual manera comparto y aplaudo el hecho de que le tiren
flores por facebook y que cada cual pelee el título de hijo dulzón del
mes. Sin embargo, y en esto quiero ser claro, no me vengan a imponer a
mí la canción rugosa y con olor a placenta que me exige cantar la
ejecutiva del Líder o el dueño del Jumbo para que me pase medio día
comprando abarrotes y compitiendo luego con una zalagarda de primos, cuñados,
sobrinos, y desconocidos que se reúnen en una casa a ver quien le hace el
mejor piropo a las viejas reunidas enseñándoles un pollo asado, una botella de
mango sour y un reloj de pared con la foto de unas palomas que trenzan una
huincha que dice Feliz día mamá.
A
estas alturas debo sonar como el fantasma de las navidades pasadas, o como un
amargado de mierda, o como el peor hijo de la semana, sin embargo francamente
me da lo mismo. No creo en la Teletón o en la Mamá-Tón o en las fiestas y
juntas que dan plata a los de la tele y que sacan de cada uno un espíritu
cívico y emocional de cuarta categoría. No voy a gritar como poeta menopáusica
que las mujeres del mundo uníos o que mi mamá es la mejor mamá del mundo ni
ninguna de esas mierdas de psicomagia con que nos ponen a babear en nuestros
ratos libres. Sólo quiero pasar por este día con la clara intención de no
invadirme con la autopropaganda de facebook, o con la pegatina chupeteada del
regalito. Todo el mundo en este mundo tiene o ha tenido madre y decirlo es de
una obviedad que saca risa y, por lo mismo, no hay nada nuevo que celebrar
sobre todo en tiempos como estos.
Y
bueno, me despido faltando 8 días para celebrar el día de las glorias
navales en que recordaremos con gusto a muchas madres (fachos y la concha de su…)
y entonces las sacaremos a bailar otra vez con cantos a voz en cuello y
peroratas de liquidación.
por Juanito L.
foto: Arturo LedeZma
foto: Arturo LedeZma
ME SIENTO IDENTIFICADO CON CADA UNA DE LAS PALABRAS... SE AGRADECE QUE ALGUIEN LO DIGA.... SALUDOS AMIGO
ResponderEliminarPor fin alguien dice lo que yo no sabía cómo expresar, (no sé si porque realmente no encontraba las palabras precisas o sencillamente por no sentirme culpable)
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias Gabriel, tienes toda la razón.
EliminarAbrazo J.L.
pobre wn ...como no teni amor por tu familia , la que te dio la vida , anda a matarte...y no solo se trata de saludar a la mama n l dia de la mama si no tner una relacion cercana una relacion humana con ella y con todos no solo en el dia inventado o promocionado por el comercio , no teni corazon
ResponderEliminarGracias Gabriel, tienes toda la razón.
EliminarAbrazo J.L.
Dile lo mismo a un hijo abandonado por su madre en un hogar de menores...¡SI TIENES CARA CLARO ESTÁ GIL!
EliminarPaulette, si lees bien te darás cuenta que especialmente podría decírselo a alguien de un hogar de sename y lo identificaría plenamente. He estado ahí, hace más de 15 años que he tenido la oportunidad de ver desde adentro el sistema y los procesos familiares que permiten que alguien como tú diga algo tan deliberado como lo que dices y créeme que todo lo que escribo (aún cuando a una sensibilidad simplona o bajo una mala lectura) pretende una profunda defensa precisamente a niños en riesgo y, sobre todo, quiero atentar contra esa imagen lastimera y televisiva que dan a las madres.
EliminarOye, seamos honestos, podrías tú o Gabriel decirme que no hay una sola madre mala en el mundo? Acaso crees que una mujer que deja un hijo en un basurero, en una bolsa, o que lo golpea hasta matarlo es una buena madre por el simple hecho de haber parido crías vivas? No reduzcas todo a una tarjeta de presentación, el mundo es harto más variado y complejo que un ramito d flores y tiene hartos más matices que tienden del blanco al gris que las cuatro palabras que alguien puede entender en un artículo.
Léelo de nuevo, dale otra lectura y verás, sin la necesidad de un diccionario Sopena, que pienso exáctamente lo mismo que tú.
Dile que la vida es linda a un niño de un hogar de menores.
Brillante el articulo, creo que tiene una cruda realidad que pocos conocen.
ResponderEliminarsaludos.
Gracias, muchas. :D
EliminarEs un simple descargo, con muchas inconsistencias.
ResponderEliminarMe da lo mismo si sea valida o no, solo siento que perdí el tiempo que leí esto.
Una pena que le den tribuna a esta persona para escribir algo tan aburrido.
En fin, debe ser porque no puede ser identificado, ojalá siga así, no vergüenza, pero sí pena por el ignaro.
Le dimos tribuna porque nos hizo una serie sucesiva de mamones y nos sentimos culpables de no darle tribuna. No puede ser identificado porque antes se hacía llamar "Claudia la Reina del Pete" y por un lío de tráfico de marshmallows tuvo que darse a la fuga y volver a llamarse simplemente así Juanito.
EliminarEn cuanto caduque el periodo de búsqueda le vamos a obligar a revelar su nombre (que alguien me ha dicho que parece que es Belisario)
Abrazo y gracias por comentar :D
El lujo de tener payasos en el equipo, diario chico no ma' xD
EliminarLujo que permite tener comentarios weones de gente que firma anónimamente. Viva tu libertad querido y viva la mía.
EliminarDejo en claro muchos hechos y como usan el día de la madre, pero por favor, no le den tribuna a gente para solo expresar su amargura, puede ir a un psicólogo, no sé, si el dice que entendió a Freud y lo menoscaba, que se las arregle solo. Una triste y gris persona.
ResponderEliminarEsto es parte de mi terapia, mi psicólogo, que por cierto se llama Leo, me indicó escribir en lecturas ciudadanas y los niños de la revista me permitieron publicar (igual tuve que pagar una pequeña mensualidad) así que espero que para el próximo artículo esto me esté haciendo bien porque tengo muchas ganas de gustarle a todos los que comentan porque nadie en el mundo debería enojarse conmigo. Gracias.
EliminarMARAVILLOSO !!!!!
ResponderEliminaramigo tienes toda la razón
y otra cosa, no conocía el diario pero es la raja
y a todos los wns mamones producidos en masa por la tele, que se vieron pillados in fraganti por el artículo
SALUDOS!!! jajja
no se es amargado por pensar...
en cambio no pensar si es algo amargo.
Juanito: estás listo para...pedir una hora! el análisis retoma el asunto del lado del 'sujeto siempre responsable' y del 'tú puedes saber!'....
ResponderEliminarAgradezco tanto haber llegado a este artículo. Provocó que algo en mi hiciera clic y fue todo claro. Totalmente identificado, cambiaste mi día de universitario acongojado y no es una exageración.
ResponderEliminarUNA MIERDA TU ARTICULO. Lo comence a leer porque crei que encontraria argumentos de un hombre adulto. Yo tampoco celebro festividades, me parecen absurdas, pero porque todos los dias son iguales, no porque odia a mi mama o mi papa, o mi novia o quien celebre su dia. Celebrar el dia es estupido, se vive dia a dia la wea. Pero tu mama quiso hacerte creer otra cosa, para protegerte a ti y tu familia entera. El terror que se vivia iba mas alla de tener el orgullo suficiente para dejar de silenciar la realidad. Tengo 23 años, no vivi la dictadura, pero tengo mas de 2 dedos de frente y creo que interpreto las situaciones con mucho mayor altura de miras que tu. UNA MIERDA TU ARTICULO,
ResponderEliminarSoltá el edipo, vos.
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