El Bar de Matías
Quiero hablar del Bar en que trabajo. Curioso lugar. Posee todos los
defectos que tiene cualquier pega: Cahuines, abusos, pelambres, capeo, pequeñas
traiciones, peleas y discusiones. El otro día por ejemplo una de las meseras
dejó de hablar por más de una semana a su amiga del alma sólo porque esta se
había negado a ayudarla con el secado de unos cubiertos, esta por su parte,
hastiada de sus caprichos le espetó en el rostro sus constantes atrasos a la
hora de llegada al trabajo. Cosas del estrés, la humana condición, qué se yo.
Ya andan uña y mugre otra vez, hasta la próxima pelea supongo. A un viejo
parroquiano no quieren verlo asomar la nariz por haber hecho perro muerto con
unos schop Escudo. Llegará arrastrando la cola y rejurando que pagará apenas
haya ganado una apuesta de caballos. Como digo, humana condición. Eso sin
embargo, vale la pena referirme a este tugurio. Asisten a su mesa comensales y
bebedores delos pelajes más variados. Apostadores de caballos, abogados,
carpinteros, mafiosos de poca monta, corredores de bolsa, médicos de deportistas,
y maestros albañiles. En la barra que atiendo ya imaginaran la amplia parábola
que describe el péndulo de las conversaciones: Les juro, desde desacuerdos
sobre el supuesto pangermanismo de Nietzsche, pasando por la deseada (y no tan
deseada) epifanía de Bachelet, hasta los partidos de la roja y las técnicas de
apuesta a las carreras. No hay como
aburrirse, de hecho en la misma barra hay pelambres y cahuines, los asistentes
ya son habitues antiguos, lo que significa que muchos de ellos se conocen
incluso en ámbitos ajenos a la barra. Se prestan plata, se presentan mujeres.
“Dale saludos a tu hermana”. Intercambian recetas de cocina y música. Hay
padrinos de bautismo, cuñados, socios de pequeños negocios que jamás prosperan.
Todo un mercado de los milagros, una “feria de las pulgas” de la existencia. Me
encanta, qué quieren que les diga. Por otra parte está el personal mismo del
Bar, es decir mis compañeros. Tres son Gays, y cada uno a su estilo, uno
moderno, otro tradicional (ojo, los rótulos son de ellos, no míos) y otro 100%
pasivo. No necesariamente se entienden entre ellos. Dos meseras son colombianas,
uno es cubano, el copero Ecuatoriano, los maestros de cocina: Dos Peruanos y
uno Mapuche. El dueño es Uruguayo lo mismo que la cajera, de raza negra esta
última. A la sazón soy casi el único chileno trabajando allí, de hecho minoría.
¿Saben? También me encanta. No saben la experiencia que es trabajar en un
ambiente tan extravagantemente variado. Los chilenos siempre hemos pretendido
cierta característica racial más o menos única en nuestra sociedad, cierta,
como digiera… pureza
étnica. A lo más se reconocía una odiosa diferencia entre
blancos e indios, o entre gente y rotos. Nada más ignorante y estúpido. Desde
nuestros orígenes estamos atravesados por muchos y variados factores culturales
y sociales. Quichuas, Aimaras, Teutones, Mapuches, Vascos, Chinos, Coreanos, Italianos.
La colonia palestina más grande del planeta después de la de Gaza, está aquí en
nuestra tierra. Somos una mezcla, un híbrido cultural y social de lo más
variopinto que nos podamos imaginar. Lo que pasa
es que nuestra élite, con sus ínfulas de pseudoaristócrata prefiere pensar que
chile es el país latino que más se diferencia de sus vecinos, asemejándose más
a la Vieja Europa, de donde creen ser descendientes sin mácula.
Volvamos al Bar. Es de noche y entre canciones de Queen y Deep Purple,
se oyen los más variados acentos (nacionales y foráneos) interactuando,
comunicándose, riendo, juramentando, echando chuchadas: “¡Gonorrea!” Entiendo
que es lo más grueso que puede decir un Colombiano. Hablan tan bien, tienen tan
buenos modales, lo mismo que los peruanos. Secos para el trabajo. He aprendido
de cocina, de historia, de costumbres, de visiones de la vida y del mundo que
antes no barruntaba. Me he ido haciendo rico, no hay más riqueza que esto,
estoy seguro. Me gusta, me gusta ver Santiago pletórico de esta vorágine multi
olor, multi sexo, multi sonido, multi color. Negros, blancos, rojos, amarillos,
a cuadritos. Yo mismo tengo hijos a cuadros y a lunares, como que son del mismo
costal pero distintas amasadoras. “Mari mari peñi”, saludo a mi compadre
Carlitos todas las mañanas. “Chuleimi” responde con la cara llena de risa. Es
bueno esto que está pasando. La inmigración, la nación Mapuche, la marcha por
la diversidad sexual. ¿No han pensado que nos da noción de nosotros mismos? A
fin de cuentas la raza humana, que es una sola, quiere mezclarse y conocerse,
reconocerse. No imagino mejor destino que ver matrimonios de Judíos con
Palestinos. Por cierto y casi lo olvidaba, el dueño de la empresa que nos
provee de la máquina de hielo es palestino y su esposa israelí. Qué mejor que
vivir en chile para hacer el amor.
Hace dos días el chupasangre de mi jefe, el uruguayo,
me obligó a hacer una pega que nada tiene que ver con mis funciones, puso esa
cara de carnero degollado: “¡Ayúdame! ¡Sos mi amigo o no?” Que weá, esta pega
como todas tiene sus bemoles. A cambio, vivo a diario el tesoro que pondría al
lado de los tres ideales de la Revolución Francesa: Liberté, fraternitè,
igualite et DIVERSITÊ.
A votrê santè!
El Barman de Matías
Muy linda tu historia! espero que pronto todo el mundo se pueda unir en esos pequeños lugares para conversar y guardar experiencias!!
ResponderEliminarPodrias decirnos donde queda ese bar para ir a visitarte?
ResponderEliminarMe encantaría conocerlo...
Muy bueno el texto; he trabajado en "sucuchos" y es tal cual como lo describe nuestro amigo.
ResponderEliminarLa alegría de vivir en la diversidad cultural.
Buena reflexión, a partir de minúsculos detalles transmites la emoción de ser parte, todos, de una sola tierra. Chile sería el lugar en donde, no por casualidad, desencadena un magma de gente sin patria :) bello.
ResponderEliminarPRECIOSO,DIVERTIDO,SERIO,PROFUNDO, Y LO MEJOR...MULTICULTURAL!!. Alexdesdeatenas facebook: Alex Rojas-Ortega
ResponderEliminarMuy buena columna; amena pero culta; se lee rapido y quedan ganas de más. Felicidades.
ResponderEliminargrande weon, invita al bar....
ResponderEliminar"A fin de cuentas la raza humana, que es una sola, quiere mezclarse y conocerse, reconocerse...", en una semilla, un bello resumen de qué debería ser idealmente esta corroída esfera achatada: un mar de gente dispuesta a mirarse las caras, a tomarse las manos y a hacer el amor los unos con los otros. Me ha gustado mucho, mis parabienes a el barman.
ResponderEliminarLectura entretenida. Muy buena columna! Saludos desde Viña del Mar
ResponderEliminarEstimados, habla el Barman y deseo agradecerles la buena acogida que me han dado. En respuesta a quienes me solicitan la dirección del tugurio, ahí les dejo una pista, pues se me ocurre que si doy las señas exactas como que se acaba la magia: Me encuentro en una calle corta del centro de santiago rodeado de calles principales.
ResponderEliminarUn gran abrazo y Salud!
alguna otra pista, porque con esa que diste es muy poco para encontrarlo. Me gusto muchisimo la columna, tienes toda la razon, es bueno rodearse de gente de diferentes razas y culturas, nos hace ser mas tolerantes y es una experiencia estupenda.
ResponderEliminarno sera el Bar Nacional en Matias Coousino?
ResponderEliminarPISTA: anda bien Blanca, porque si mira bien el autor se llama Mauricio y firma como el barman de Matías ;)
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